Boletín Claune 1º Trimestre 2019
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Somos un Instituto religioso de vida íntegramente contemplativa, consagradas a la Santísima Trinidad y a la redención de los cautivos, vivimos en comunidad dedicadas solo a Dios “en soledad y silencio en asidua oración y generosa penitencia”. Pertenecemos a la Orden de la Santísima Trinidad y los cautivos.
La Familia Trinitaria integrada por los religiosos Trinitarios, por diversos Institutos Femeninos, Institutos Seculares y diferentes Asociaciones seglares trinitarias. Todos según su estado y condición participamos del Carisma y espíritu trinitario-redentor de Nuestro Padre San Juan de Mata y San Félix de Valois a quien a lo largo de los siglos siguieron preclaros siervos de Dios como San Juan Bautista de la Concepción, Ángela Mª de la Concepción y la Beata Ana Mª Taigi y muchos otros Santos.
En esta Familia las monjas Trinitarias representamos de modo especial el elemento Contemplativo de la espiritualidad y del proyecto trinitario en la Iglesia. La Regla de San Juan de Mata es el principio y fundamento del espíritu de nuestra Orden:
Nuestra consagración religiosa, configuración con Cristo glorificador del Padre, como encuentro filial y amoroso con el Padre en Cristo por el Espíritu.
Nuestra caridad redentora, como participación y testimonio del amor misericordioso del Padre, fuente de todo servicio liberador en la Iglesia.
Nuestra vida comunitaria, como encarnación y expresión de la vida intratrinitaria de Dios, como lugar de revelación, adoración y redención, como espacio de comunión. Nuestra vida litúrgico-sacramental, como momento de alabanza y glorificación Trinitaria y de acción redentora.
Nuestro apostolado trinitario-contemplativo, como signo y sacramento del amor redentor del Padre y prolongación de las misiones salvíficas del Hijo y del Espíritu Santo. Asimismo, dedicamos nuestras casas que ya desde los origines de la Orden eran llamadas “Casas de la Trinidad” y nuestras Iglesias a la Augusta Trinidad.
El Monasterio de la Santísima Trinidad está situado en lo alto de la C/ Real de San Fernando Nº 3, C.P. 23600 de Martos (Jaén). Fue fundado por Dª Aldonza de Rivas y Ortega en la segunda mitad del siglo XVI; en concreto, el día 6 de marzo de 1595.
Doña Aldonza que era una señora rica, muy religiosa y caritativa, donó su casa y toda la manzana donde hoy está asentado el Monasterio. Tras cumplimentar todos los trámites eclesiásticos y civiles, se construyeron y adaptaron las casas de manera que las monjas las pudieran ocupar como comunidad en clausura.
Las primeras monjas que lo habitaron venían de Andújar (Jaén). Como Priora, Madre Teresa León; como Superiora, María Isabel Escabies, y como Maestra de novicias, Isabel Marmolejo. Al mismo tiempo que las Madres, se instalaron en el Monasterio como novicias la propia Doña Aldonza y dos sobrinas suyas, que profesaron el día 9 de julio de 1596. Con la alegría de todas ellas y del pueblo de Martos, y con la legítima satisfacción de Doña Aldonza, quedaba así constituido en esta Villa de Martos el Convento de Monjas de la Santísima Trinidad que, gracias a Dios, todavía subsiste en la actualidad.
En este convento vivió con ejemplaridad la sierva de Dios Aldonza de Rivas y entregó su vida, sabiendo su día y la hora, en la Fiesta de la Santísima Trinidad, quedando su rostro de un resplandor brillante y hermoso; así aparece en las Crónicas, páginas 18 y 19. Igualmente cabe decir de otras muchas hermanas que vivieron y se santificaron y glorificaron a la Santa Trinidad.
Queremos destacar a la Madre Francisca de la Encarnación, Espejo Martos. Esta hermana entregó su vida como mártir de la fe y de la virginidad en Casillas de Martos el 13 de enero de 1937 y sus restos reposan y son venerados en la Iglesia conventual. Fue beatificada el 28 de octubre de 2007 en Roma
El IV Centenario de la fundación de nuestro convento Trinitario se celebró en el año 1.995 con gran Solemnidad y participación de autoridades Civiles y Religiosas con actos Culturales y religiosos de la Diócesis y de la Orden y participación del pueblo Marteño y Provincia.
La Fachada de la Iglesia, que es del Siglo XVII, se restauró la piedra y madera, vidrieras etc. el año 1987
Del interior de la Iglesia se han restaurado columnas y capillas, dejando su piedra vista, y también fue pintada para la celebración de la Beatificación de M. Francisca de la Encarnación Espejo Martos.
Las actuales moradoras de este antiguo monasterio, que lleva 421 años, nos dedicamos a la alabanza de Dios Trinidad y a la Redención de los cautivos por medio de la Liturgia, Oficio divino, Oración comunitaria y personal y del sacrificio que comporta la vida contemplativa. Nos esmeramos, además, en la propia formación humana y religiosa que es propia de nuestra espiritualidad trinitaria.
En comunidad somos actualmente 12 monjas Profesas de votos solemnes y una Novicia. Vivimos con alegría nuestra vida comunitaria, y entre todas compartimos todo cuanto somos y tenemos.
En nuestra Iglesia tienen su Sede cuatro Cofradías que tienen sus cultos como novenas, triduos, procesiones en tiempo de Cuaresma y Gloria, en que participamos todos, Cofrades y el pueblo de Dios.
Además, nos dedicamos al trabajo diario de bordados, manualidades y la fabricación de dulces para ganar nuestra propia subsistencia y compartir con los más necesitados que acuden diariamente al torno buscando ayuda.
Monasterio Cisterciense Madre de Dios
Buenafuente del Sistal, 5 de febrero de 2019
Muy queridos en el Señor:
Iniciamos el mes de febrero en el corazón del Tiempo Ordinario, en este invierno de 2019. Estamos en el momento cotidiano, la hora de vivir “arraigados en Cristo” (Cf. Col 2, 7),como les dijo el Papa Benedicto XVI a los jóvenes en Madrid. Siempre nuestra alma necesita vivir arraigada en Cristo. Hay tiempos como el de Navidad o de Pascua…que nos ofrecen alicientes especiales que nos ayudan: la familia o las costumbres populares. Pero ahora estamos en un día normal y en nuestro orden del día, está: el trabajo de casa que nadie hace, estudiar, sacar adelante los proyectos menos llamativos, estar solos… En definitiva, es el tiempo de recorrer con Jesús los caminos de la vida que vivió “pasando por uno de tantos” (Flp 2, 7b): Esperó en la cola el bautismo de Juan, en la sinagoga de Nazaret lo quisieron despeñar, se rindió a los deseos de su Madre y adelantó el inicio de sus grandes manifestaciones en la boda de Caná. Tiempo de dejarnos guiar por el Espíritu, como Él lo hizo: “Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu” (Lc 4, 14a).
Nosotras, desde el comienzo de este año litúrgico, hemos retomado la práctica de compartir en Comunidad la oración particular de cada una con la Palabra. El hecho de alargar un poquito la Lectio Divina, no parece tan relevante y lo es. Acostumbrarnos a comunicar nuestra vivencia con Cristo en el día a día, nos arraiga en Él, a la Comunidad entera, no sólo a cada una. Esta es una buena práctica para todos. Nos recuerda la propuesta de un movimiento eclesial actual que, invita a sustentar el seguimiento de Cristo en el siguiente trípode: Palabra, Eucaristía y Convivencia, es decir, compartir la fe. Es muy probable que todos los cristianos digamos que nos alimentamos del Pan de la Palabra y del Pan Eucarístico, pero compartir la fe, es un paso que no siempre damos. Nos cuesta salir de nosotros mismos, nos da miedo hablar de nuestras limitaciones y debilidades. Y sólo desde nuestras pobrezas, fallos y dificultades es posible la comunión con los hermanos, a la Luz de la Palabra de Dios y de los Sacramentos.
Nos despedirnos, con el entusiasmo de la reciente celebración del día de la Vida Consagrada, copiamos la oración del día, con el deseo de que el Señor la lleve a término en todos nosotros: “Dios todopoderoso y eterno, te rogamos humildemente que, así como tu Hijo unigénito, revestido de nuestra humanidad, ha sido presentado hoy en el templo, nos concedas, de igual modo, a nosotros la gracia de ser presentados delante de ti con el alma limpia.
Unidos en el camino de la vida
vuestras hermanas de Buenafuente del Sistal
María Manuela Peguera y Pedrolo, baronesa de Rocafort, quiso fundar a mediados del siglo XIX en Barcelona un convento de la Orden de la Visitación. No lo consiguió, y el canónigo de la Catedral de Valladolid, José Rubio, la ofreció que la realizara en Valladolid, lo cual aceptó, consiguiendo las autorizaciones pertinentes.
En diciembre de 1860 llegaron las religiosas a Valladolid, instalándose en el Monasterio de Santa Clara.
El 23 de abril de 1862 se trasladaron a la calle Santiago, al Monasterio de las Comendadoras de Santa Cruz, lugar que conocemos hoy como Las Francesas, siéndoles donado el edificio oficialmente por la reina Isabel II.
En 1868, la revolución destronó a la reina y dejo sin efecto la donación, teniéndose que trasladar al Monasterio de las Huelgas Reales hasta el año siguiente en que volvieron al edificio de la calle Santiago.
Vendieron el edificio a las Dominicas Francesas, y construyeron uno nuevo en el Prado de la Magdalena, donde trasladaron en 1886. Pero este edificio tenía muchas humedades debido al paso de la Esgueva, y por ello adquirieron, el 25 de septiembre de 1888, el Palacio de Los Mudarra en la actual calle Juan Mambrilla. Las religiosas se trasladaron al nuevo emplazamiento el 22 de mayo de 1889.
Este palacio fue edificado para el deán de la catedral de Palencia, Antonio de Mudarra, en 1550 pertenecía a Diego de Mudarra, y cuando fue adquirido por la comunidad a Clotilde Arellano y Orduña.
La fachada es de piedra de sillería. La portada es de arco de medio punto, con pilastras corintias a los lados, que sostienen el entablamiento que está rematado con flameros. Sobre ella está el balcón.
En el interior, zaguán rectangular con salida al claustro. El claustro es de dos pisos construidos con piedra labrada, tiene cinco arcos en cada lado, con columnas lisas con capitel jónico.
El 22 de noviembre de 1907, el ayuntamiento concede licencia para realizar la ampliación del convento en las calles Juan Mambrilla y Colón. El proyecto de las nuevas dependencias y de la iglesia lo realiza el arquitecto Teodosio de Torres. Se trata de un edificio de dos pisos construido en ladrillo sobre zócalo de piedra.
La iglesia es de una sola nave, con coro alto a los pies.
En la iglesia se pueden admirar: un retablo de Esteban Jordán con un altorrelieve del Nacimiento, una escultura de San Francisco de Sales de Pedro de Avila y una gran tabla flamenca representando el Calvario.
Texto y fotos cedido por:https://www.valladolidweb.es/valladolid/imagesmagvall/069.htm