Monasterio de Santa María de la Concepción
La Orden y su carisma
La Orden Jerónima data del siglo IV, fundada por San Jerónimo y Santa Paula, cuyos primeros Monasterios fueron en Belén la tierra del Señor. Siendo el estudio de las Sagradas Escrituras y las alabanzas divinas nuestro principal carisma como legado de nuestros Santos Padres.
Historia del Monasterio
Según historiadores Monumentarios de esta Ciudad de Trujillo, este convento fue fundado hacia el siglo XIII, aunque el dato que se tiene más antiguo de su existencia es del año 1478 (siglo XV), que es la fecha de una donación que hicieron los Reyes Católicos a este convento, el 28 de mayo, de tres mil maravedíes de renta sobre las alcabalas judiegas y cristianegas de la Ciudad.
El monasterio no se ha construido de nueva planta, sino que fue una casa o palacio donde se dice que ricas y nobles señoras se juntaban a sus tiempos con un mismo y santo propósito, por lo que las llamaban «Beatas». Junto a este palacio, que debió de ser de alguna fundadora, había otros que con el tiempo se fueron añadiendo , como se observa por el desnivel que existe en varias dependencias del actual, donde se ven los blasones y escudos de los Carvajales, Solís, Pachecos, Torres y Bejaranos, etc.
Este Monasterio tiene una gran historia artística y arquitectónica por las circunstancias que le rodean, pero solo destacaremos algunos hechos más importantes.
Dice la historia que todas estas nobles señoras moraban en sus casas sin formar Comunidad alguna y por entonces se sabe que la Bula y gracia de la fundación fue suplicada y obtenida a petición del Monasterio de Jerónimas de la Magdalena de Jaraíz de la Vera (próximo al Monasterio de Yuste) el más antiguo de la Diócesis de Plasencia y cuyo Monasterio vino a unirse en el siglo siguiente a este de Trujillo.
La intervención que tuvo en la fundación de este Convento el Monasterio de Guadalupe, famosísimo en España y en la Ciudad donde tuvieron Casa para fines administrativos, se deduce fácilmente por la preciosa imagen de Ntra. Señora de Guadalupe, que ocupó antiguamente su altar mayor y que es copia fiel y muy artística de la que se venera en el aquel Santuario. Hasta ahora recibe culto público, especialmente en el Novenario realizado con gran devoción por muchos fieles.
Sigue una extensa historia que da realce y honor a esta Comunidad de Trujillo de lo que no es posible exponer en una breve reseña. Han pasado siglos dejando muchos acontecimientos históricos que se tienen en el archivo de esta Comunidad manifestando la vida de las monjas que algunas se destacaron por su espíritu de austeridad y observancia; algunas de ellas murieron en olor de santidad.
Comunidad actual
En el año 1966 del siglo pasado la Comunidad se trasladó al Palacio de San Carlos de esta misma Ciudad, ya que el Monasterio de Santa María de la Concepción (nuestro actual Convento) amenazaba ruina por todas partes, además carecía de las cosas más elementales y necesarias como, entre otras, de agua. El palacio al que nos trasladamos fue cedido temporalmente por el Excmo. Duque de San Carlos, emparentado con nuestra Rvdma. Madre Cristina de Arteaga, hija de los Duques del Infantado. Aprovechando su visita como Presidenta Federal de la Orden, nos aconsejó que hiciéramos gestiones para poder habitar en dicho palacio. A través de ella que nos ayudó mucho, la Comunidad se decidió a realizar el traslado en el que hemos estado 45 años. Pero las monjas deseaban volver a su antiguo Monasterio, y se comenzó la restauración 20 años antes de lograr nuestros deseos. Por fin, sin terminar las obras, se acordó la fecha del retorno a nuestro querido Convento: el día 24 de Noviembre del año 2010, pasando muchas necesidades económicas y materiales, pero contentas y felices de poder habitar ya en nuestra Casa.
La Comunidad actualmente se compone de diez monjas todas profesas, siete españolas (extremeñas) y tres extrajeras, dos de la India (Kerala) y una africana (Kenia), las tres manifiestan ser estupendas religiosas, la Comunidad se ha enriquecido con ellas ayudándonos en todo, ya que las demás somos muy mayores y con muchas dolencias que nos limitan bastante en los trabajos y vida de la Comunidad; con todo, seguimos con nuestro trabajo.
Trabajo monástico
En nuestra pequeña repostería, solo se elaboran tres cosas: bizcochos, perrunillas y tocinitos de cielo, que vendemos en el torno (para podernos ayudarnos económicamente) a las personas que vienen a visitar esta parte monumental de la Ciudad.