Las llamadas no cesan, las respuestas tampoco

HERMANAS CLARISAS DE BELORADO (Burgos)

 

SOR ISRAEL MARÍA

Profesión temporal 25 de marzo 2017

Aquella mañana del 25 de marzo Solemnidad de la Encarnación del Verbo no era como una de tantas; no. No solamente era un día de infinita alegría en todo el cielo porque en aquella jornada la Madre restauraría con su sí el no de Eva, ni porque el arcángel volara henchido de felicidad hasta el trono de Dios por la noticia que ya resonaba en todo lo creado; no

¿Qué se añadía a tanta dicha? Otro sí. Un sí pequeño, humilde, un sí cuajado de santo temor pero con la confianza que da el brotar fiado en la palabra de otro. Era el sí de nuestra hermana Sor Israel María del Espíritu Santo a la que en ese día se la concedía la gracia de realizar la primera profesión en nuestra comunidad de hermanas pobres de Santa Clara de Belorado. Algo conocemos de María la sierva del Señor pero de esta otra que da su sí, ¿quién es? Una muchacha joven de 25 años de procedencia madrileña del barrio de Canillejas, de familia cristiana; su padre se llama Juan y su madre Berta. Una vida “normal” como tantas otras, familia, amigos, estudios, diversiones… pero intervino el Señor y por medio de algunos acontecimientos su corazón tomó conciencia de un murmullo. La búsqueda del sentido de ese murmullo la hizo llegar a esta casa una Pascua y percibió que a quien buscaba estaba esperándola aquí.

No fue un paso inmediato; regreso a sus estudios, a sus amigos…; pero ahora sabía donde era esperada y finalmente dio el paso, dejó la universidad, sus padres, su hermana, sus abuelos… el Señor se los devolvería a otra luz con un vinculo más verdadero y firme.

Desde que el sacerdote al acoger en nombre de la Iglesia su consagración proclamó solemnemente: “y si estas cosas guardares yo te prometo la vida eterna” a sor Israel se le abrió un camino para vivir en plenitud su bautismo hasta que oiga la llamada a las nupcias eternas donde recibirá el abrazo de su hacedor.

 

 

SOR MARÍA SIÓN

Profesión solemne 13 de mayo 2017

En el centenario de las apariciones de Fátima, el Santo Padre canoniza a los dos pastorcillos que con su sencillez han comprendido que dar la vida por la salvación de las almas no requiere más que amar mucho.

En este marco incomparable del 13 de mayo, y a la misma hora en que daba comienzo la liturgia de canonización en Fátima, en nuestra Iglesia resonaba el Veni Creator. Así el designio divino lo había querido para que nuestra hermana, Sor María Sión de la Trinidad, acogiera la gracia que la Iglesia la concedía de ser consagrada para siempre como esposa de Cristo pobre y crucificado en esta fraternidad de hermanas de Santa Clara de Belorado.

Al cristalizar una llamada en una profesión perpetua, en muchas ocasiones no tenemos en cuenta que hay una historia detrás de ella. Así como Dios cortejó al pueblo de Israel y lo llevó al desierto e hizo con él alianza eterna, de igual manera quienes somos llamados experimentamos en nuestra vida esta historia. Sí, igualmente nuestra hermana Sión la ha vivido.

Susana, que así fue bautizada, es oriunda de Madrid, devota de la Almudena y con abono en el Bernabeu. Estudió farmacia, como su padre y su hermano, y tenía una activa vida de parroquia. Andando el tiempo, en una peregrinación a Tierra Santa…, el Señor, que ya iba deshojando la margarita, la expresó su deseo y ella se dejó seducir.

Llego a nuestra fraternidad con un sacerdote a contarnos su deseo y encontró la respuesta: salvará Dios a Sión, habitará aquí y las poseerá.

Tras terminar sus estudios y un tiempo de discernimiento entró para seguir aquel deseo. Este deseo brotaba de un corazón, tenía un rostro… que la pedía lo mismo que a los humildes pastorcitos: dejar su vida en su mano amorosa y llevar este amor a muchas almas.

Así, nuestra hermana se entregó confiada y dichosa a su esposo que la conservará fiel hasta que la llame a sí para toda la eternidad.

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1 Comentario

  1. Juan A.

    Preciosos testimonios de entrega.

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